LAS TENTACIONES
Orad mucho para que no cedáis a la tentación
Junio 27/08 (6:11 a.m.)
María Santísima dice:
Hijitos míos, orad, orad mucho para que no cedáis a la
tentación; tentación que satanás os pone para alejaros del
camino que os lleva a Jesús y por ende al cielo.
Tentación que os satura de pensamientos para que os
asfixiéis y así os veáis obligados a soltaros a sus caprichos y
a sus ruindades.
Tentación que os muestra un mundo camuflado de engaños
porque en su corazón sólo hay mentira.
Tentación que absorbe vuestros sentidos, tocando vuestra
parte más débil, porque conoce vuestra flaqueza y os
atormenta hasta que lleguéis al punto de decir: no puedo más,
es una atracción que supera mis fuerzas.
Tentación que os roba la paz, porque está tan dentro de
vuestro corazón que parece un agujón aferrado a vuestra
carne.
Tentación que os hace divagar en mares de dudas, dudas que
crean caos psicológico en vosotros mismos.
Escuchadme y prestad mucha atención a mis enseñanzas que
os quiero instruir para cuando lleguen estos momentos
fuertes de tentación, sepáis afrontarlas con la mayor entereza
y dignidad de un buen hijo de Dios.
Mi Hijo “Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para
ser tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta
noches y después sintió hambre. Acercósole el tentador y le
dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en panes” Mas él respondió y dijo: “Escrito está:
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.”
El diablo lo lleva entonces consigo a la ciudad santa, lo pone
sobre el pináculo del templo y le dice: “Si eres hijo de Dios,
échate abajo, porque escrito está:
Él dará ordenes a sus ángeles a favor tuyo, y te tomarán en
sus manos para que tu pie no tropiece en una piedra.”
Jesús le decía: “También está escrito: No tentarás al Señor,
tu Dios.”
De nuevo lo lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le
muestra todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le
dice: “Te daré todas estas cosas si, postrado en tierra, me
adoras.” Jesús le dice entonces: “Retírate, satanás, porque
escrito está:
Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.”
El diablo le deja; entonces se acercaron los ángeles y le
servían.” (Mateo 4,1-11).
Ved, hijitos míos, cómo Jesús siendo el Hijo de Dios,
también fue tentado. Satanás quiere ser tropiezo al plan
divino que el Padre Celestial tiene sobe todas las criaturas.
Satanás es demasiado osado porque: a los fuertes los quiere
débiles, a los menesterosos los quiere aletargados, a los puros
de corazón los quiere manchados porque sabe
que nada impuro entrará en el Reino de los Cielos, a los
virtuosos les quiere sembrar vicios, a los piadosos los quiere
menos orantes porque conoce que la oración tiene un poder
infinito en el cielo, a los amantes de María los persigue
pérfidamente porque ella es puerta del cielo.
Satanás os pone trabas, obstáculos, toma vuestra imaginación
para que divaguéis en un océano de sin sentidos, en un
círculo vicioso que no os lleva a nada bueno, crea dentro de
vosotros mismos terrible confusión; confusión que jamás
puede provenir de Dios, porque Dios con su tenue presencia
da paz, serenidad al corazón y sosiego al espíritu.
Satanás se reviste de ángel de luz para engañaros, para
seduciros; es tan sutil que en algo aparentemente bueno
puede estar merodeándoos para sacaros del sendero que os
lleva a una morada en la eternidad.
Satanás puede incluso dominar vuestra voluntad, si le abrís
puertas a la tentación, si cedéis a sus falsas pretensiones,
pretensiones que os muestra como regalos bien suntuosos,
como manjares bien exquisitos, pero una vez probados
saborearéis su hiel amarga, hiel amarga que os hará daño
produciendo estragos demoledores en vuestra vida espiritual.
Satanás os muestra un mundo lleno de mentiras, mentiras con
apariencia de verdades, porque todo el él es ambiguo,
confuso; en él no hay claridad porque como príncipe de las
tinieblas está revestido de oscuridad.
Mis pequeños, reflexionad en mis enseñanzas y en las
palabras de las Sagradas Escrituras e interiorizad en las tres
tentaciones en el desierto y habituadlas a vuestra vida
guardándolas en vuestro corazón como perlas de gran valor.
Primera tentación:
“Acercósole el tentador y le dijo: “Si eres hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en panes” Mas él respondió y
dijo: “Escrito está:
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.” (Mateo 4,3-4).
Bajad vuestra mirada al corazón y pensad en la porfía del
enemigo, enemigo que estaba muy cuestionado y abismado
en sí mismo, porque lo seguía de cerca y le impactaba
demasiado la resistencia de este hombre, el coraje como
afrontaba las inclemencias del clima en el desierto, la fuerza
para soportar un ayuno tan prolongado, la paz que irradiaba
de su corazón a pesar de no haber bebido ni comido nada
durante tantos días.
Pero decide irrumpir el diálogo del Hijo con su Padre.
Decide irrumpir en su oración prolongada y lo tienta.
Qué mezquindad, hijitos míos, el siervo enfrentarse al amo,
el príncipe del averno querer seducir al Rey de los cielos y de
la tierra, el embaucador pretender engañar al que es la verdad
plena.
Jesús, siendo el Hijo de Dios, vence todo obstáculo, no cede
a las peticiones de su contendor para enseñarnos que los
maquiavélicos planes de satanás son estropear todo proyecto
de amor que Dios Padre tenga trazado sobre sus criaturas,
porque conoce del gran mérito que es hacer en todo la Divina
Voluntad.
El profeta de Nazaret, por su condición de ser profeta, sabe
sortear la situación, tiene habilidad para afrontar los
embrollos de su opositor, habla con autoridad porque posee
toda la Sabiduría del Cielo para dejar, aún, más confundido
al demonio, por eso le responde con inteligencia al afirmar de
que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios, ya que Él es el pan vivo bajado del
cielo, y el que coma de ese pan no morirá para siempre
“porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al
mundo” (Juan 6,33), porque el que venga a Él jamás tendrá
hambre y el que crea en Él no tendrá nunca sed.
Amado Jesús que haces presencia en la sutileza del pan
consagrado, alimenta mi corazón del manjar del cielo así
como “alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, y le
suministraste del cielo un pan aparejado sin fatiga suya, que
contenía en sí todo deleite, y la suavidad de todos los
sabores. Y así este tu sustento demostraba cuán dulce eres
para con tus hijos; y acomodándose al gusto de cada uno, se
trasmutaba en lo que cada cual quería.” (Sabiduría 16,20-21).
Transforma mi corazón en una digna morada tuya, prende
fuego dentro de él y destruye todo lo que no sea de tu agrado
y hazlo semejante al tuyo.
Haz que tu palabra haga eco dentro de mí, que tome posesión
de todo mi ser, de tal modo que piense sólo en Ti, viva para
Ti y que todo lo que haga se mueva en función Tuya.
Tú, mi Dios y Señor que te sometiste a toda clase de
privaciones, aún, siendo el proveedor y dueño de todo cuanto
existe, prívame de todo apego terreno y nútreme con tu
Palabra, Palabra que encarne dentro de mí hasta ser
Evangelio vivo e instrumento de tu Gracia y de tu Amor.
Segunda tentación:
“El diablo lo lleva entonces consigo a la ciudad santa, lo
pone sobre el pináculo del templo y le dice: “Si eres hijo de
Dios, échate abajo, porque escrito está:
Él dará ordenes a sus ángeles a favor tuyo, y te tomarán en
sus manos para que tu pie no tropiece en una piedra.”
Jesús le decía: “También está escrito: No tentarás al
Señor, tu Dios.” (Mateo 4,5-7).
Mis niños amados, no deis ocasión al diablo porque él os
quiere destruir, así como él se destruyó así mismo con su
arrogancia y con su rebeldía; os quiere arrebatar el cielo que
Jesús os tiene prometido, porque él ya lo perdió con su
desobediencia, no tiene esperanza alguna en volverlo a
recuperar porque el pretender ser como Dios hizo que fuese
arrojado al lago eterno y de allí no saldrá jamás.
Él os hace divagar en vuestro pensamiento y naufragar en las
aguas de vuestra imaginación. Estad alerta, no os dejéis
engañar porque la sutileza de sus mentiras, aún, ni se sienten,
pero está ahí queriéndoos desacomodar, perturbándoos
interiormente, para que no aguantéis más y caigáis al
precipicio que él os tiene reservado si consentís a vuestros
bajos instintos.
Pequeñitos míos, no os perdáis de ruta, la ruta es Cristo
Jesús.
No endurezcáis vuestro corazón a Dios, al contrario, hacedlo
bien sensible a su voz, voz que os alerta de la astucia del
enemigo. Voz que os llama a que caminéis con vuestros pies
bien fijos en la tierra.
Voz que os interpela a que no confiéis en vosotros mismos, a
que dudéis de vuestra propia fuerza, porque sois débiles, ya
que el espíritu está presto pero la carne es flaca.
El diablo siempre estará tentándoos, aún, en el crucial
momento de vuestra muerte, por eso “sed sobrios, y estad en
vela, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como
león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que
devorar.” (1 Pedro 5,8).
Cerrad vuestros oídos a su voz, no os dejéis confundir, andad
en la claridad como caminan los hijos de Dios en la luz,
porque no tienen nada que esconder, porque todos sus actos
cuentan con la aprobación del cielo, porque todo lo que
hacen va en consonancia con el Evangelio, porque se dejan
guiar por el Espíritu Santo presente en las Sagradas
Escrituras, porque no se dejan engañar, aún, de alguien con
apariencia de bueno “pero aun cuando nosotros mismos o un
ángel del cielo os predique un evangelio diferente del que
nosotros os hemos anunciado, sea anatema.” (Gálatas 1,8).
Hijitos míos obedeced la ley, obedeced a todo lo que Dios os
diga en el Libro Santo: “tu boca hable de continuo del libro
de esta ley, y medita de día y de noche lo que en él contiene,
a fin de guardar y cumplir todas las cosas en él escritas; con
lo cual irás por el recto camino y procederás sabiamente.”
(Josué 1,8). Porque, “¡ay de los que pierden el sufrimiento, y
abandonan los caminos rectos, y se van por sendas torcías!”
(Eclesiástico 2,16).
No tentarás al Señor tu Dios, reconocedle como al Creador
de todo cuanto existe; rendidle todo el homenaje y adoración
que como vuestro Dios se merece, glorificadlo con vuestro
respeto y con vuestra reverencia.
No profanéis lo verdaderamente sagrado, no os dejéis
contagiar de la epidemia en que muchos hombres y mujeres
no se extasían frente a lo Divino y Santo.
Criaturas que hieren mi Inmaculado Corazón y el Sagrado
Corazón de Jesús con su apatía y con su cierta aversión a
todo lo que es realmente Santo.
No tentarás al Señor tu Dios, buscando una muerte
prematura, muerte que os da el pecado porque os ciega y os
ensordece a la dulce voz del Maestro que os llama a caminar
por sus sendas; sendas adornadas con muchísimas rosas pero
también con espinas; espinas que se os clavan en vuestro
corazón para haceros madurar, para haceros crecer y
alimentaros con alimento sólido. Alimento que os hace bien
fuertes de tal modo que ganéis vuestra carrera y así lleguéis a
la meta, meta en la que se os tiene previsto un premio;
premio que jamás podrá compararse con todo el oro del
mundo porque es tan valioso que no existe cifra numérica en
la tierra que lo pueda contener.
Tercera tentación:
“De nuevo lo lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le
muestra todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le
dice: “Te daré todas estas cosas si, postrado en tierra, me
adoras.” Jesús le dice entonces: “Retírate, satanás, porque
escrito está:
Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.” (Mateo 4,8-10).
Hijitos míos: la mezquindad del diablo ha llegado al extremo.
Cómo es posible que, al Dueño y Creador de todo cuanto
existe, lo quiera tentar con la larva de la codicia, el pobre
de Nazaret que anda en plena libertad, sin encartes, sin
estorbos porque camina siempre ligero de equipaje, ya que
todo lo material pasa a un segundo plano; se vea en esta
situación engorrosa y asquerosa, porque las riquezas en la
tierra no sirven de nada, ya que ellas suelen ser el pasaporte
directo de entrada al infierno.
Por eso “no atesoréis para vosotros en la tierra, donde la
polilla y herrumbre destruyen y donde los ladrones perforan
los muros y roban; atesorad, más bien, para vosotros el cielo,
donde ni la polilla ni herrumbre destruyen y donde los
ladrones no perforan los muros ni roban; porque donde está
tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6,19-21).
Ved, niñitos míos, cómo el demonio aprovecha cada
situación. Sabe que el profeta no ha comido, ni bebido nada;
sabe que por fin siente hambre y lo tienta con el pecado de la
gula y la codicia, porque creía que era la oportunidad
perfecta para que este Santo accediera, pero vaya sorpresa la
que se lleva: queda, aún más, atontado de ver la resistencia y
la sabiduría que manan del corazón de este hombre
excéntrico para él; porque no es como todos los demás,
porque conoce de la debilidad de las criaturas, de su
vulnerabilidad, pero hay algo distinto en este hombre del
desierto: siente que hay algo diferente, que una fuerza
especial lo sostiene, que hay un matiz de Divino en él,
porque ya hubiese sido el tiempo que cayera en sus negras
artimañas. Pero no es así y esto lo inquieta, lo llena de rabia
porque quiere opacar la luz que hay en él; desea
empequeñecer su gran sabiduría, porque comprende que está
enfrentado a un hombre que no es como los demás y esto lo
encoleriza, porque lo ve revestido de espíritu de humildad; y
la humildad para él no encajó, ya que fue la soberbia la que
lo expulsó del cielo.
En el corazón de satanás hay odio porque al escuchar de
Jesús: “Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto” le
recuerda su pecado de soberbia, la causa de su expulsión, el
eco de su propia voz: “non serviam”, le retumba en sus oídos
como canto desarmonioso que lo impacienta, que lo enfada
aún más, ya que Luzbel, ángel de luz, de sabiduría y de
belleza es arrojado en las profundidades del averno.
Astucia de satanás para tentar
Junio 28/08 (2:15 p.m.)
Jesús dice:
Hijo: cuando me aparté del Jordán fui conducido por el
espíritu al desierto. Contemplad este espectáculo que puso en
admiración a los mismos Ángeles.
Desterrado del trato con los hombres y habitando entre las
bestias, fieras del desierto, pasaba allí los días y las noches
en ayunos y austeridades, y expuesto a las inclemencias del
tiempo. Mi Corazón se entregaba al divino trato con el Padre
Celestial y a profundísima contemplación y oración continua.
Entre tanto el mundo me daba al olvido y quizá me injuriaba,
y satanás me acometía por extraños modos y hasta llegó a
cogerme y transportarme a otro lugar entre diversas y
terribles tentaciones. Y para arrostrarlas ¿qué me movió sino
el amor de mi Corazón por consolaros y amaestraros con mi
ejemplo?
Nada de ello consiguió agitar ni turbar mi Corazón, sino que
sosegado siempre y tranquilo, y alejándome con firmeza del
motivo de las tentaciones, las pasé con toda paz.
Esforzaos con todo empeño y cuidado por adquirir esta santa
paz del corazón.
¡Bienaventurada el alma que en la paz verdadera se conserva!
En ella resido Yo como en mi Reino; en vuestro corazón me
deleito como en mi Trono de gloria.
Gusta mi Corazón de comunicar con un corazón tranquilo,
porque allí se escuchan las inspiraciones, se cuidan y
fructifican.
Si queréis cometer los menos defectos posibles; si, aún, de
los mismos defectos queréis aprovechar; si queréis
ejercitaros con adelanto en las virtudes: conservad la paz
del corazón.
Si queréis resistir provechosamente a las tentaciones del
diablo y frustrar los malvados planes del infierno,
permanezca en paz vuestro espíritu.
Como el enemigo sabe que, mientras el alma se conserve en
paz, vale poco contra ella, se empeña en perturbarla por mil
maneras.
A semejante fin con todo maquina y todo lo remueve, excita
la imaginación, provoca las pasiones, sugiere obras
contrarias a una u otra virtud, unas veces halaga, otras
aterroriza y de vez en cuando insiste con demasiada
obstinación.
Cuando algo de esto os aconteciere, hijo, no os turbéis, no
perdáis el sosiego. Mientras permanezcáis en paz, todo está
seguro; pero si empezáis a turbaros, empezáis también a
peligrar; y aunque con la Divina Gracia no deis
consentimiento voluntario, el enemigo se contenta por
aquella vez con obtener la perturbación que deseaba.
Porque no esperaba él poder derribaros de la primera
acometida, sino poco a poco perturbar: primero vuestro
corazón, cansaros luego, debilitaros después y a la postre
perderos.
Cuidado, pues, con no turbaros ante ninguna tentación, por
grande que sea la insistencia con que os acometa el enemigo.
Hijo mío, ningún evento intranquilice vuestro espíritu. Por
ninguna cosa del mundo se ha de perder la paz de vuestro
corazón. Aún cuando cometiereis alguna falta o pecado, no
os desasoseguéis en lo interior.
¿Qué sacáis con perturbaros después de prevaricar?
¿Remediaríais el mal? Al contrario, caeríais en otro
defecto más peligroso que el primero.
No os intranquilicéis, pues, ni desesperéis si por desdicha
habéis cometido alguna falta; antes, por un acto humilde de
amor de Dios, arrojaos sobre mi Corazón, para que en este
Fuego Divino se consuma vuestra falta y vuestro corazón se
purifique.
Sobre todo, hijos míos, es necesaria la firme e imperturbable
paz del espíritu cuando, para mayor gloria de mi Corazón y
mayor provecho de vuestra alma, permito que os cubra la
desolación interna, con la cual el entendimiento se envuelve
en tinieblas y la voluntad propende al mal, tanto, que a veces
os parecerá que os he abandonado solo en manos del
enemigo.
Si en tal estado os entregáis a la perturbación, frustráis mi
santo propósito al desolaros y correréis gran peligro, no sólo
de privaros del gran tesoro de merecimientos y grado de
santidad que os ofrezco, sino también de caer y perecer.
Pero si con el corazón sosegado vais obedientes a donde mi
Espíritu os condujere y según mi dirección contra vuestro
propio sentir y parecer, pasaréis ilesos por las tentaciones y
saldréis venturosos.
Pero, aún, en lo exterior ocurrirán muchos sucesos que
conmoverán y agitarán vuestro espíritu, si no estuviereis en
la paz bien afianzada.
Encontraréis a menudo que, aún, aquellos mismos hombres
que estaban cercanos a vos por agradecimiento, amistad u
oficio os serán infieles, volviéndose adversarios vuestros.
Entonces si vuestro sosiego está sólo fundado en la condición
y obras de los mortales, veréis como lo perdéis al momento.
Muchos se guían sólo por lo que les dicen sus inclinaciones y
así es de esperar que se sientan mal, culpen vuestras
acciones, condicionen vuestro deseo de vida interior y os
zarandeen de mil maneras.
Si esto os sucediere, no permitáis que el corazón se turbe,
quedaos tranquilos y dejadlo todo pasar como dejáis pasar las
nubes sobre vuestra cabeza.
Y en efecto, hijo mío, ¿de qué aprovecharía aquí el
desasosiego? ¿No sería añadir pesadumbre a pesadumbre y
recibir amargura por fruto de vuestro trabajo?
Acostumbraos a sufrir con paciencia las contrariedades, a
escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre
los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del
mundo.
Matiz de los apóstoles de los últimos tiempos
Julio 5/08 (10:12 p.m.)
Jesús dice:
Os llamo, os llamo a orar incesantemente; incesantemente
por este tiempo, tiempo de tribulación, tiempo de penuria,
tiempo de crisis, crisis sobre nuestra Iglesia.
Mirad que sólo la oración, el sacrificio, la entrega total e
incondicional a Dios puede volcar, puede transformar el
decaimiento de mi Iglesia en ruinas.
Levantadla con vuestra oración, levantadla con vuestra
entrega, levantadla con vuestra mortificación.
Mirad que el mundo yace en las tinieblas de la oscuridad;
tinieblas de la oscuridad porque el demonio ha metido, ha
introducido su dosis personal: hay tanto racionalismo, hay
tanta apatía, tanta indiferencia para con lo religioso.
Os llamo, os llamo a que reparéis; reparéis por todo el
pecado de la humanidad.
Os llamo a que reparéis por tantas ofensas que reciben mi
Sagrado Corazón y el Corazón Inmaculado de mi Madre.
Os llamo de verdad a una conversión plena.
Os llamo de verdad a una conversión perfecta.
No escatiméis en vuestra donación a Dios.
No desdeñéis todo lo que el cielo os ha regalado.
Del cielo manan lluvia de bendiciones, recogedlas. Del cielo
manan lluvia de rosas, recogedlas. Y guardadlas en la
profundidad de vuestro corazón como grandes tesoros.
Cuidad de estos tesoros caídos del cielo porque el enemigo es
bien audaz. El enemigo es bien astuto y os lo podría robar; se
podría apoderar de todas estas reservas que Yo os he estado
regalando y que os he estado dando a toda la humanidad.
Pero la humanidad está sorda a mi voz; la humanidad ha
estado enceguecida a mi presencia.
La humanidad está muda frente a cada acontecimiento, frente
a cada manifestación sobrenatural que ejerzo en toda la
tierra.
Cómo sois vosotros, pequeños míos, de privilegiados.
Privilegiados porque habéis sido llamados a formar parte de
los apóstoles de los últimos tiempos.
Apóstoles de los últimos tiempos que son enseñados, que son
guiados directamente por María, Maestra de los apóstoles de
los últimos tiempos.
Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un matiz
diferente a todas las criaturas del mundo entero.
Ese matiz debe ser la santidad.
Ese matiz debe ser la oración constante.
Ese matiz debe ser el cumplimiento, en toda su totalidad, de
la Palabra de Dios. No mutilándola, no acortándola, no
tergiversándola.
Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un matiz bien
especial y es: el amor hacia mi Madre, el amor hacia la
Virgen María.
Por eso os llamo, a vosotros, apóstoles de los últimos
tiempos a empuñar en vuestras manos el arma mortífera para
Satanás; a empuñar en vuestras manos la cadena prodigiosa
de amor que lo atará, que lo aniquilará, que lo inutilizará: el
Santo Rosario.
Rezadlo con vuestra mente, rezadlo con vuestro corazón,
rezadlo con vuestro espíritu.
Os llamo, os llamo, os llamo a que bebáis de aguas
transparentes, de aguas purísimas, de aguas claras.
Esas aguas claras, esas aguas purísimas, esas aguas
transparentes sólo la halláis en las Sagradas Escrituras.
Meditad cada texto Bíblico, hacedlo vida en vuestra vida.
Amad sin reservas, perdonad de todo corazón las ofensas que
os haga vuestro prójimo.
Pero os anuncio persecuciones, os anuncio sufrimiento, os
anuncio momentos de cruz.
Pero abrazando la cruz escalaréis altas cúspides de la
santidad.
Abrazando la cruz morís totalmente a vuestro hombre
terrenal y permitís que me cristifique en cada uno de
vosotros.
Abrazando la cruz os hacéis Cristóforos, os hacéis portadores
de la luz de Cristo.
Abrazando la cruz os asemejáis a Mí.
Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un sello especial.
Ese sello es el sufrimiento, sufrimiento redentor, sufrimiento
donativo, sufrimiento oblativo; sufrimiento que entregado y
ofrecido se convierte en un sufrimiento que os abre las
puertas para el cielo.
No tengáis miedo a los momentos de prueba que se os
sobrevendrá a cada uno de vosotros.
No tengáis miedo porque Yo os fortalezco, porque Yo os
asisto, porque Yo estoy en medio de vosotros para alentaros
en vuestros momentos de debilidad. Estoy en medio de
vosotros para ser vuestra alegría en vuestros momentos de
tristeza; estoy en medio de vosotros para ser vuestra luz en
vuestros momentos de oscuridad.
Estoy en medio de vosotros para regalaros mi paz en vuestros
momentos de turbulencia.
Orad, orad fuertemente, mis pequeños, porque os tengo
reservada una misión bien especial, una misión en la cual
muchas almas serán arrebatadas de las garras del demonio.
Pero os llamo a que oréis fuertemente porque él no
escatimará en atacaros e intentará haceros daño.
Por eso os llamo, mis pequeños, a orar fuertemente.
No tengáis miedo que Yo lo inutilizaré, Yo lo debilitaré; pero
él intentará haceros daño; él intenta poneros trampas; él
intenta poneros tropiezos para que desistáis en el camino al
cual os he llamado; él intenta confundiros; él intenta a toda
costa sacaros de este camino de perfección al cual fuisteis
llamados.
Os llamo, mis pequeños, a orar, a orar porque el apostolado
es fuerte; este apostolado será asistido por el Espíritu Santo.
Apenas estáis empezando a ver los prodigios que estoy
obrando en medio de vosotros.
Mirad, mis pequeños, que grandes sanaciones, grandes
liberaciones están por acontecer; es que quiero regalaros
dones; quiero regalaros carismas extraordinarios porque para
misiones grandes, grandes auxilios extraordinarios y auxilios
sobrenaturales.
Os llamo, mis pequeños, a la penitencia.
Os llamo, mis pequeños, a la austeridad.
Os llamo, mis pequeños, a la oración, oración de corazón.
Os llamo, mis pequeños, a las visitas a Jesús Sacramentado,
estoy allí sólo esperándoos.
Mirad, pequeños míos, que allí os hago partícipes de
pedacitos de cielo acá en la tierra.
Os llamo, os llamo a la oración contemplativa y a la
adoración del Sacramento del Altar.
Que se os note que sois almas eucarísticas.
Que se os note que sois almas orantes.
Que se os note que sois almas con un sello espiritual que os
he dado a cada uno de vosotros.
Orad, orad, orad porque así como os anuncié una grande
tragedia, que ya aconteció, os anuncio una de mayores
magnitudes y mayores proporciones.
Os llamo para que oréis incesantemente, pequeños míos,
porque muchas almas perecerán, almas no convertidas.
Os llamo, mis pequeños, os llamo para que la ira de mi Padre
Celestial disminuya. Este castigo, este desastre acaecerá
sobre un país, un país que vive como Sodoma y como
Gomorra.
Os llamo, mis pequeños, a que oréis; orad fuertemente por
esto que hoy os anuncio, por esto que hoy os revelo.
Mirad pequeños míos, que os estoy enviando hijos
predilectos de mi nueva grey, hijos predilectos de mi Iglesia
Remanente, más hijos amados se incorporarán a mi obra, mis
pequeños.
Orad, orad por mi hijo predilecto, él es un elegido para la
Iglesia Remanente; él es un elegido, un hijo predilecto de
María y un hijo amado de mi Sacratísimo Corazón.
Orad por él, orad.
Mirad que hay un número grande de almas que se
convertirán con la lectura de este libro, si se demora en salir
este libro, para mi fecha señalada, varias almas se
condenarán… Si sale para la fecha señalada un
acontecimiento especial sucederá en varias almas cuando
reciban este libro en sus manos. Muchas almas sacerdotales
serán transformadas; muchas almas sacerdotales volcarán sus
pensamientos hacia Dios. Porque la advocación de: María,
Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos retumbará
en muchos oídos, sonará en muchos corazones de muchos
consagrados, de muchos obispos…Los 12 libros que tengo
previstos para esta obra los necesito editados en el menor
tiempo posible porque a partir de la edición del último libro
sucederán cosas, sucederán acontecimientos apocalípticos
bien marcados. El tiempo del anticristo ya está muy próximo,
mi pequeños.
Os llamo a que oréis.
Os llamo a que os donéis totalmente a Dios sin reserva.
Ya sois almas elegidas de mi grey celestial.
Ya sois almas elegidas de mi Iglesia Remanente.
Os amo y os bendigo: . . ..
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