venerdì 28 febbraio 2014

LAS TENTACIONES

LAS TENTACIONES





Orad mucho para que no cedáis a la tentación



Junio 27/08 (6:11 a.m.)


María Santísima dice:


Hijitos míos, orad, orad mucho para que no cedáis a la


tentación; tentación que satanás os pone para alejaros del


camino que os lleva a Jesús y por ende al cielo.


Tentación que os satura de pensamientos para que os


asfixiéis y así os veáis obligados a soltaros a sus caprichos y


a sus ruindades.


Tentación que os muestra un mundo camuflado de engaños


porque en su corazón sólo hay mentira.


Tentación que absorbe vuestros sentidos, tocando vuestra


parte más débil, porque conoce vuestra flaqueza y os


atormenta hasta que lleguéis al punto de decir: no puedo más,


es una atracción que supera mis fuerzas.


Tentación que os roba la paz, porque está tan dentro de


vuestro corazón que parece un agujón aferrado a vuestra


carne.


Tentación que os hace divagar en mares de dudas, dudas que


crean caos psicológico en vosotros mismos.


Escuchadme y prestad mucha atención a mis enseñanzas que


os quiero instruir para cuando lleguen estos momentos


fuertes de tentación, sepáis afrontarlas con la mayor entereza


y dignidad de un buen hijo de Dios.


Mi Hijo “Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para


ser tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta


noches y después sintió hambre. Acercósole el tentador y le


dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan


en panes” Mas él respondió y dijo: “Escrito está:

No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale




de la boca de Dios.”


El diablo lo lleva entonces consigo a la ciudad santa, lo pone




sobre el pináculo del templo y le dice: “Si eres hijo de Dios,


échate abajo, porque escrito está:

Él dará ordenes a sus ángeles a favor tuyo, y te tomarán en




sus manos para que tu pie no tropiece en una piedra.”

Jesús le decía: “También está escrito: No tentarás al Señor,

tu Dios.”


De nuevo lo lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le




muestra todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le


dice: “Te daré todas estas cosas si, postrado en tierra, me


adoras.” Jesús le dice entonces: “Retírate, satanás, porque


escrito está:


Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.”


El diablo le deja; entonces se acercaron los ángeles y le



servían.” (Mateo 4,1-11).


Ved, hijitos míos, cómo Jesús siendo el Hijo de Dios,




también fue tentado. Satanás quiere ser tropiezo al plan


divino que el Padre Celestial tiene sobe todas las criaturas.


Satanás es demasiado osado porque: a los fuertes los quiere


débiles, a los menesterosos los quiere aletargados, a los puros


de corazón los quiere manchados porque sabe


que nada impuro entrará en el Reino de los Cielos, a los


virtuosos les quiere sembrar vicios, a los piadosos los quiere


menos orantes porque conoce que la oración tiene un poder


infinito en el cielo, a los amantes de María los persigue


pérfidamente porque ella es puerta del cielo.


Satanás os pone trabas, obstáculos, toma vuestra imaginación


para que divaguéis en un océano de sin sentidos, en un


círculo vicioso que no os lleva a nada bueno, crea dentro de


vosotros mismos terrible confusión; confusión que jamás


puede provenir de Dios, porque Dios con su tenue presencia


da paz, serenidad al corazón y sosiego al espíritu.


Satanás se reviste de ángel de luz para engañaros, para


seduciros; es tan sutil que en algo aparentemente bueno


puede estar merodeándoos para sacaros del sendero que os


lleva a una morada en la eternidad.


Satanás puede incluso dominar vuestra voluntad, si le abrís


puertas a la tentación, si cedéis a sus falsas pretensiones,


pretensiones que os muestra como regalos bien suntuosos,


como manjares bien exquisitos, pero una vez probados


saborearéis su hiel amarga, hiel amarga que os hará daño


produciendo estragos demoledores en vuestra vida espiritual.


Satanás os muestra un mundo lleno de mentiras, mentiras con


apariencia de verdades, porque todo el él es ambiguo,


confuso; en él no hay claridad porque como príncipe de las


tinieblas está revestido de oscuridad.


Mis pequeños, reflexionad en mis enseñanzas y en las


palabras de las Sagradas Escrituras e interiorizad en las tres


tentaciones en el desierto y habituadlas a vuestra vida


guardándolas en vuestro corazón como perlas de gran valor.

Primera tentación:



“Acercósole el tentador y le dijo: “Si eres hijo de Dios, di


que estas piedras se conviertan en panes” Mas él respondió y


dijo: “Escrito está:

No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale




de la boca de Dios.” (Mateo 4,3-4).


Bajad vuestra mirada al corazón y pensad en la porfía del




enemigo, enemigo que estaba muy cuestionado y abismado


en sí mismo, porque lo seguía de cerca y le impactaba


demasiado la resistencia de este hombre, el coraje como


afrontaba las inclemencias del clima en el desierto, la fuerza


para soportar un ayuno tan prolongado, la paz que irradiaba


de su corazón a pesar de no haber bebido ni comido nada


durante tantos días.


Pero decide irrumpir el diálogo del Hijo con su Padre.


Decide irrumpir en su oración prolongada y lo tienta.


Qué mezquindad, hijitos míos, el siervo enfrentarse al amo,


el príncipe del averno querer seducir al Rey de los cielos y de


la tierra, el embaucador pretender engañar al que es la verdad


plena.


Jesús, siendo el Hijo de Dios, vence todo obstáculo, no cede


a las peticiones de su contendor para enseñarnos que los


maquiavélicos planes de satanás son estropear todo proyecto


de amor que Dios Padre tenga trazado sobre sus criaturas,


porque conoce del gran mérito que es hacer en todo la Divina


Voluntad.


El profeta de Nazaret, por su condición de ser profeta, sabe


sortear la situación, tiene habilidad para afrontar los


embrollos de su opositor, habla con autoridad porque posee


toda la Sabiduría del Cielo para dejar, aún, más confundido


al demonio, por eso le responde con inteligencia al afirmar de


que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que


sale de la boca de Dios, ya que Él es el pan vivo bajado del


cielo, y el que coma de ese pan no morirá para siempre


“porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al


mundo” (Juan 6,33), porque el que venga a Él jamás tendrá


hambre y el que crea en Él no tendrá nunca sed.




Amado Jesús que haces presencia en la sutileza del pan


consagrado, alimenta mi corazón del manjar del cielo así


como “alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, y le


suministraste del cielo un pan aparejado sin fatiga suya, que


contenía en sí todo deleite, y la suavidad de todos los


sabores. Y así este tu sustento demostraba cuán dulce eres


para con tus hijos; y acomodándose al gusto de cada uno, se


trasmutaba en lo que cada cual quería.” (Sabiduría 16,20-21).


Transforma mi corazón en una digna morada tuya, prende




fuego dentro de él y destruye todo lo que no sea de tu agrado


y hazlo semejante al tuyo.


Haz que tu palabra haga eco dentro de mí, que tome posesión


de todo mi ser, de tal modo que piense sólo en Ti, viva para


Ti y que todo lo que haga se mueva en función Tuya.


Tú, mi Dios y Señor que te sometiste a toda clase de


privaciones, aún, siendo el proveedor y dueño de todo cuanto


existe, prívame de todo apego terreno y nútreme con tu


Palabra, Palabra que encarne dentro de mí hasta ser


Evangelio vivo e instrumento de tu Gracia y de tu Amor.

Segunda tentación:



“El diablo lo lleva entonces consigo a la ciudad santa, lo


pone sobre el pináculo del templo y le dice: “Si eres hijo de


Dios, échate abajo, porque escrito está:

Él dará ordenes a sus ángeles a favor tuyo, y te tomarán en




sus manos para que tu pie no tropiece en una piedra.”

Jesús le decía: “También está escrito: No tentarás al

Señor, tu Dios.” (Mateo 4,5-7).


Mis niños amados, no deis ocasión al diablo porque él os




quiere destruir, así como él se destruyó así mismo con su


arrogancia y con su rebeldía; os quiere arrebatar el cielo que


Jesús os tiene prometido, porque él ya lo perdió con su


desobediencia, no tiene esperanza alguna en volverlo a


recuperar porque el pretender ser como Dios hizo que fuese


arrojado al lago eterno y de allí no saldrá jamás.


Él os hace divagar en vuestro pensamiento y naufragar en las


aguas de vuestra imaginación. Estad alerta, no os dejéis


engañar porque la sutileza de sus mentiras, aún, ni se sienten,


pero está ahí queriéndoos desacomodar, perturbándoos


interiormente, para que no aguantéis más y caigáis al


precipicio que él os tiene reservado si consentís a vuestros


bajos instintos.


Pequeñitos míos, no os perdáis de ruta, la ruta es Cristo


Jesús.


No endurezcáis vuestro corazón a Dios, al contrario, hacedlo


bien sensible a su voz, voz que os alerta de la astucia del


enemigo. Voz que os llama a que caminéis con vuestros pies


bien fijos en la tierra.


Voz que os interpela a que no confiéis en vosotros mismos, a


que dudéis de vuestra propia fuerza, porque sois débiles, ya


que el espíritu está presto pero la carne es flaca.


El diablo siempre estará tentándoos, aún, en el crucial


momento de vuestra muerte, por eso “sed sobrios, y estad en


vela, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como


león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que


devorar.” (1 Pedro 5,8).


Cerrad vuestros oídos a su voz, no os dejéis confundir, andad




en la claridad como caminan los hijos de Dios en la luz,


porque no tienen nada que esconder, porque todos sus actos


cuentan con la aprobación del cielo, porque todo lo que


hacen va en consonancia con el Evangelio, porque se dejan


guiar por el Espíritu Santo presente en las Sagradas


Escrituras, porque no se dejan engañar, aún, de alguien con


apariencia de bueno “pero aun cuando nosotros mismos o un


ángel del cielo os predique un evangelio diferente del que


nosotros os hemos anunciado, sea anatema.” (Gálatas 1,8).


Hijitos míos obedeced la ley, obedeced a todo lo que Dios os




diga en el Libro Santo: “tu boca hable de continuo del libro


de esta ley, y medita de día y de noche lo que en él contiene,


a fin de guardar y cumplir todas las cosas en él escritas; con


lo cual irás por el recto camino y procederás sabiamente.”


(Josué 1,8). Porque, “¡ay de los que pierden el sufrimiento, y


abandonan los caminos rectos, y se van por sendas torcías!”



(Eclesiástico 2,16).


No tentarás al Señor tu Dios, reconocedle como al Creador




de todo cuanto existe; rendidle todo el homenaje y adoración


que como vuestro Dios se merece, glorificadlo con vuestro


respeto y con vuestra reverencia.


No profanéis lo verdaderamente sagrado, no os dejéis


contagiar de la epidemia en que muchos hombres y mujeres


no se extasían frente a lo Divino y Santo.


Criaturas que hieren mi Inmaculado Corazón y el Sagrado


Corazón de Jesús con su apatía y con su cierta aversión a


todo lo que es realmente Santo.


No tentarás al Señor tu Dios, buscando una muerte


prematura, muerte que os da el pecado porque os ciega y os


ensordece a la dulce voz del Maestro que os llama a caminar


por sus sendas; sendas adornadas con muchísimas rosas pero


también con espinas; espinas que se os clavan en vuestro


corazón para haceros madurar, para haceros crecer y


alimentaros con alimento sólido. Alimento que os hace bien


fuertes de tal modo que ganéis vuestra carrera y así lleguéis a


la meta, meta en la que se os tiene previsto un premio;


premio que jamás podrá compararse con todo el oro del


mundo porque es tan valioso que no existe cifra numérica en


la tierra que lo pueda contener.

Tercera tentación:



“De nuevo lo lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le


muestra todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le


dice: “Te daré todas estas cosas si, postrado en tierra, me


adoras.” Jesús le dice entonces: “Retírate, satanás, porque


escrito está:


Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.” (Mateo 4,8-10).



Hijitos míos: la mezquindad del diablo ha llegado al extremo.




Cómo es posible que, al Dueño y Creador de todo cuanto


existe, lo quiera tentar con la larva de la codicia, el pobre


de Nazaret que anda en plena libertad, sin encartes, sin


estorbos porque camina siempre ligero de equipaje, ya que


todo lo material pasa a un segundo plano; se vea en esta


situación engorrosa y asquerosa, porque las riquezas en la


tierra no sirven de nada, ya que ellas suelen ser el pasaporte


directo de entrada al infierno.


Por eso “no atesoréis para vosotros en la tierra, donde la


polilla y herrumbre destruyen y donde los ladrones perforan


los muros y roban; atesorad, más bien, para vosotros el cielo,


donde ni la polilla ni herrumbre destruyen y donde los


ladrones no perforan los muros ni roban; porque donde está


tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6,19-21).


Ved, niñitos míos, cómo el demonio aprovecha cada




situación. Sabe que el profeta no ha comido, ni bebido nada;


sabe que por fin siente hambre y lo tienta con el pecado de la


gula y la codicia, porque creía que era la oportunidad


perfecta para que este Santo accediera, pero vaya sorpresa la


que se lleva: queda, aún más, atontado de ver la resistencia y


la sabiduría que manan del corazón de este hombre


excéntrico para él; porque no es como todos los demás,


porque conoce de la debilidad de las criaturas, de su


vulnerabilidad, pero hay algo distinto en este hombre del


desierto: siente que hay algo diferente, que una fuerza


especial lo sostiene, que hay un matiz de Divino en él,


porque ya hubiese sido el tiempo que cayera en sus negras


artimañas. Pero no es así y esto lo inquieta, lo llena de rabia


porque quiere opacar la luz que hay en él; desea


empequeñecer su gran sabiduría, porque comprende que está


enfrentado a un hombre que no es como los demás y esto lo


encoleriza, porque lo ve revestido de espíritu de humildad; y


la humildad para él no encajó, ya que fue la soberbia la que


lo expulsó del cielo.


En el corazón de satanás hay odio porque al escuchar de


Jesús: “Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto” le


recuerda su pecado de soberbia, la causa de su expulsión, el


eco de su propia voz: “non serviam”, le retumba en sus oídos


como canto desarmonioso que lo impacienta, que lo enfada


aún más, ya que Luzbel, ángel de luz, de sabiduría y de


belleza es arrojado en las profundidades del averno.

Astucia de satanás para tentar



Junio 28/08 (2:15 p.m.)


Jesús dice:


Hijo: cuando me aparté del Jordán fui conducido por el


espíritu al desierto. Contemplad este espectáculo que puso en


admiración a los mismos Ángeles.


Desterrado del trato con los hombres y habitando entre las


bestias, fieras del desierto, pasaba allí los días y las noches


en ayunos y austeridades, y expuesto a las inclemencias del


tiempo. Mi Corazón se entregaba al divino trato con el Padre


Celestial y a profundísima contemplación y oración continua.


Entre tanto el mundo me daba al olvido y quizá me injuriaba,


y satanás me acometía por extraños modos y hasta llegó a


cogerme y transportarme a otro lugar entre diversas y


terribles tentaciones. Y para arrostrarlas ¿qué me movió sino


el amor de mi Corazón por consolaros y amaestraros con mi


ejemplo?


Nada de ello consiguió agitar ni turbar mi Corazón, sino que


sosegado siempre y tranquilo, y alejándome con firmeza del


motivo de las tentaciones, las pasé con toda paz.


Esforzaos con todo empeño y cuidado por adquirir esta santa


paz del corazón.


¡Bienaventurada el alma que en la paz verdadera se conserva!


En ella resido Yo como en mi Reino; en vuestro corazón me


deleito como en mi Trono de gloria.


Gusta mi Corazón de comunicar con un corazón tranquilo,


porque allí se escuchan las inspiraciones, se cuidan y


fructifican.

Si queréis cometer los menos defectos posibles; si, aún, de


los mismos defectos queréis aprovechar; si queréis


ejercitaros con adelanto en las virtudes: conservad la paz


del corazón.


Si queréis resistir provechosamente a las tentaciones del


diablo y frustrar los malvados planes del infierno,


permanezca en paz vuestro espíritu.


Como el enemigo sabe que, mientras el alma se conserve en


paz, vale poco contra ella, se empeña en perturbarla por mil


maneras.


A semejante fin con todo maquina y todo lo remueve, excita


la imaginación, provoca las pasiones, sugiere obras


contrarias a una u otra virtud, unas veces halaga, otras


aterroriza y de vez en cuando insiste con demasiada


obstinación.


Cuando algo de esto os aconteciere, hijo, no os turbéis, no


perdáis el sosiego. Mientras permanezcáis en paz, todo está


seguro; pero si empezáis a turbaros, empezáis también a


peligrar; y aunque con la Divina Gracia no deis


consentimiento voluntario, el enemigo se contenta por


aquella vez con obtener la perturbación que deseaba.


Porque no esperaba él poder derribaros de la primera


acometida, sino poco a poco perturbar: primero vuestro


corazón, cansaros luego, debilitaros después y a la postre


perderos.


Cuidado, pues, con no turbaros ante ninguna tentación, por


grande que sea la insistencia con que os acometa el enemigo.


Hijo mío, ningún evento intranquilice vuestro espíritu. Por


ninguna cosa del mundo se ha de perder la paz de vuestro


corazón. Aún cuando cometiereis alguna falta o pecado, no


os desasoseguéis en lo interior.


¿Qué sacáis con perturbaros después de prevaricar?


¿Remediaríais el mal? Al contrario, caeríais en otro


defecto más peligroso que el primero.


No os intranquilicéis, pues, ni desesperéis si por desdicha


habéis cometido alguna falta; antes, por un acto humilde de


amor de Dios, arrojaos sobre mi Corazón, para que en este


Fuego Divino se consuma vuestra falta y vuestro corazón se


purifique.


Sobre todo, hijos míos, es necesaria la firme e imperturbable


paz del espíritu cuando, para mayor gloria de mi Corazón y


mayor provecho de vuestra alma, permito que os cubra la


desolación interna, con la cual el entendimiento se envuelve


en tinieblas y la voluntad propende al mal, tanto, que a veces


os parecerá que os he abandonado solo en manos del


enemigo.


Si en tal estado os entregáis a la perturbación, frustráis mi


santo propósito al desolaros y correréis gran peligro, no sólo


de privaros del gran tesoro de merecimientos y grado de


santidad que os ofrezco, sino también de caer y perecer.


Pero si con el corazón sosegado vais obedientes a donde mi


Espíritu os condujere y según mi dirección contra vuestro


propio sentir y parecer, pasaréis ilesos por las tentaciones y


saldréis venturosos.


Pero, aún, en lo exterior ocurrirán muchos sucesos que


conmoverán y agitarán vuestro espíritu, si no estuviereis en


la paz bien afianzada.


Encontraréis a menudo que, aún, aquellos mismos hombres


que estaban cercanos a vos por agradecimiento, amistad u


oficio os serán infieles, volviéndose adversarios vuestros.


Entonces si vuestro sosiego está sólo fundado en la condición


y obras de los mortales, veréis como lo perdéis al momento.


Muchos se guían sólo por lo que les dicen sus inclinaciones y


así es de esperar que se sientan mal, culpen vuestras


acciones, condicionen vuestro deseo de vida interior y os


zarandeen de mil maneras.


Si esto os sucediere, no permitáis que el corazón se turbe,


quedaos tranquilos y dejadlo todo pasar como dejáis pasar las


nubes sobre vuestra cabeza.


Y en efecto, hijo mío, ¿de qué aprovecharía aquí el


desasosiego? ¿No sería añadir pesadumbre a pesadumbre y


recibir amargura por fruto de vuestro trabajo?


Acostumbraos a sufrir con paciencia las contrariedades, a


escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre


los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del


mundo.

Matiz de los apóstoles de los últimos tiempos



Julio 5/08 (10:12 p.m.)


Jesús dice:


Os llamo, os llamo a orar incesantemente; incesantemente


por este tiempo, tiempo de tribulación, tiempo de penuria,


tiempo de crisis, crisis sobre nuestra Iglesia.


Mirad que sólo la oración, el sacrificio, la entrega total e


incondicional a Dios puede volcar, puede transformar el


decaimiento de mi Iglesia en ruinas.


Levantadla con vuestra oración, levantadla con vuestra


entrega, levantadla con vuestra mortificación.


Mirad que el mundo yace en las tinieblas de la oscuridad;


tinieblas de la oscuridad porque el demonio ha metido, ha


introducido su dosis personal: hay tanto racionalismo, hay


tanta apatía, tanta indiferencia para con lo religioso.


Os llamo, os llamo a que reparéis; reparéis por todo el


pecado de la humanidad.


Os llamo a que reparéis por tantas ofensas que reciben mi


Sagrado Corazón y el Corazón Inmaculado de mi Madre.


Os llamo de verdad a una conversión plena.


Os llamo de verdad a una conversión perfecta.


No escatiméis en vuestra donación a Dios.


No desdeñéis todo lo que el cielo os ha regalado.


Del cielo manan lluvia de bendiciones, recogedlas. Del cielo


manan lluvia de rosas, recogedlas. Y guardadlas en la


profundidad de vuestro corazón como grandes tesoros.


Cuidad de estos tesoros caídos del cielo porque el enemigo es


bien audaz. El enemigo es bien astuto y os lo podría robar; se


podría apoderar de todas estas reservas que Yo os he estado


regalando y que os he estado dando a toda la humanidad.


Pero la humanidad está sorda a mi voz; la humanidad ha


estado enceguecida a mi presencia.


La humanidad está muda frente a cada acontecimiento, frente


a cada manifestación sobrenatural que ejerzo en toda la


tierra.


Cómo sois vosotros, pequeños míos, de privilegiados.


Privilegiados porque habéis sido llamados a formar parte de


los apóstoles de los últimos tiempos.


Apóstoles de los últimos tiempos que son enseñados, que son


guiados directamente por María, Maestra de los apóstoles de


los últimos tiempos.


Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un matiz


diferente a todas las criaturas del mundo entero.


Ese matiz debe ser la santidad.


Ese matiz debe ser la oración constante.


Ese matiz debe ser el cumplimiento, en toda su totalidad, de


la Palabra de Dios. No mutilándola, no acortándola, no


tergiversándola.


Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un matiz bien


especial y es: el amor hacia mi Madre, el amor hacia la


Virgen María.


Por eso os llamo, a vosotros, apóstoles de los últimos


tiempos a empuñar en vuestras manos el arma mortífera para


Satanás; a empuñar en vuestras manos la cadena prodigiosa


de amor que lo atará, que lo aniquilará, que lo inutilizará: el

Santo Rosario.


Rezadlo con vuestra mente, rezadlo con vuestro corazón,




rezadlo con vuestro espíritu.


Os llamo, os llamo, os llamo a que bebáis de aguas


transparentes, de aguas purísimas, de aguas claras.


Esas aguas claras, esas aguas purísimas, esas aguas


transparentes sólo la halláis en las Sagradas Escrituras.


Meditad cada texto Bíblico, hacedlo vida en vuestra vida.


Amad sin reservas, perdonad de todo corazón las ofensas que


os haga vuestro prójimo.


Pero os anuncio persecuciones, os anuncio sufrimiento, os


anuncio momentos de cruz.


Pero abrazando la cruz escalaréis altas cúspides de la


santidad.


Abrazando la cruz morís totalmente a vuestro hombre


terrenal y permitís que me cristifique en cada uno de


vosotros.


Abrazando la cruz os hacéis Cristóforos, os hacéis portadores


de la luz de Cristo.


Abrazando la cruz os asemejáis a Mí.


Los apóstoles de los últimos tiempos tienen un sello especial.


Ese sello es el sufrimiento, sufrimiento redentor, sufrimiento


donativo, sufrimiento oblativo; sufrimiento que entregado y


ofrecido se convierte en un sufrimiento que os abre las


puertas para el cielo.


No tengáis miedo a los momentos de prueba que se os


sobrevendrá a cada uno de vosotros.


No tengáis miedo porque Yo os fortalezco, porque Yo os


asisto, porque Yo estoy en medio de vosotros para alentaros


en vuestros momentos de debilidad. Estoy en medio de


vosotros para ser vuestra alegría en vuestros momentos de


tristeza; estoy en medio de vosotros para ser vuestra luz en


vuestros momentos de oscuridad.


Estoy en medio de vosotros para regalaros mi paz en vuestros


momentos de turbulencia.


Orad, orad fuertemente, mis pequeños, porque os tengo


reservada una misión bien especial, una misión en la cual


muchas almas serán arrebatadas de las garras del demonio.


Pero os llamo a que oréis fuertemente porque él no


escatimará en atacaros e intentará haceros daño.


Por eso os llamo, mis pequeños, a orar fuertemente.


No tengáis miedo que Yo lo inutilizaré, Yo lo debilitaré; pero


él intentará haceros daño; él intenta poneros trampas; él


intenta poneros tropiezos para que desistáis en el camino al


cual os he llamado; él intenta confundiros; él intenta a toda


costa sacaros de este camino de perfección al cual fuisteis


llamados.


Os llamo, mis pequeños, a orar, a orar porque el apostolado


es fuerte; este apostolado será asistido por el Espíritu Santo.


Apenas estáis empezando a ver los prodigios que estoy


obrando en medio de vosotros.


Mirad, mis pequeños, que grandes sanaciones, grandes


liberaciones están por acontecer; es que quiero regalaros


dones; quiero regalaros carismas extraordinarios porque para


misiones grandes, grandes auxilios extraordinarios y auxilios


sobrenaturales.


Os llamo, mis pequeños, a la penitencia.


Os llamo, mis pequeños, a la austeridad.


Os llamo, mis pequeños, a la oración, oración de corazón.


Os llamo, mis pequeños, a las visitas a Jesús Sacramentado,


estoy allí sólo esperándoos.


Mirad, pequeños míos, que allí os hago partícipes de


pedacitos de cielo acá en la tierra.


Os llamo, os llamo a la oración contemplativa y a la


adoración del Sacramento del Altar.


Que se os note que sois almas eucarísticas.


Que se os note que sois almas orantes.


Que se os note que sois almas con un sello espiritual que os


he dado a cada uno de vosotros.


Orad, orad, orad porque así como os anuncié una grande


tragedia, que ya aconteció, os anuncio una de mayores


magnitudes y mayores proporciones.


Os llamo para que oréis incesantemente, pequeños míos,


porque muchas almas perecerán, almas no convertidas.


Os llamo, mis pequeños, os llamo para que la ira de mi Padre


Celestial disminuya. Este castigo, este desastre acaecerá


sobre un país, un país que vive como Sodoma y como


Gomorra.


Os llamo, mis pequeños, a que oréis; orad fuertemente por


esto que hoy os anuncio, por esto que hoy os revelo.


Mirad pequeños míos, que os estoy enviando hijos


predilectos de mi nueva grey, hijos predilectos de mi Iglesia


Remanente, más hijos amados se incorporarán a mi obra, mis


pequeños.


Orad, orad por mi hijo predilecto, él es un elegido para la


Iglesia Remanente; él es un elegido, un hijo predilecto de


María y un hijo amado de mi Sacratísimo Corazón.


Orad por él, orad.


Mirad que hay un número grande de almas que se


convertirán con la lectura de este libro, si se demora en salir


este libro, para mi fecha señalada, varias almas se


condenarán… Si sale para la fecha señalada un


acontecimiento especial sucederá en varias almas cuando


reciban este libro en sus manos. Muchas almas sacerdotales


serán transformadas; muchas almas sacerdotales volcarán sus



pensamientos hacia Dios. Porque la advocación de: María,

Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos retumbará


en muchos oídos, sonará en muchos corazones de muchos




consagrados, de muchos obispos…Los 12 libros que tengo


previstos para esta obra los necesito editados en el menor


tiempo posible porque a partir de la edición del último libro


sucederán cosas, sucederán acontecimientos apocalípticos


bien marcados. El tiempo del anticristo ya está muy próximo,


mi pequeños.


Os llamo a que oréis.


Os llamo a que os donéis totalmente a Dios sin reserva.


Ya sois almas elegidas de mi grey celestial.


Ya sois almas elegidas de mi Iglesia Remanente.

Os amo y os bendigo: . . ..


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